miércoles, 17 de noviembre de 2010

CHOCOLATE(HACHIS)





Se elabora prensando la resina de la planta cannabis hembra. Como este vegetal concentra sus ingredientes activos precisamente en la resina, el contenido de THC de una dosis de hachís es superior al de una de marihuana sin procesar, que se sitúa en poco más de un 10%.
El aceite de cannabis o de hachís se obtiene mezclando la resina de la planta con algún disolvente como acetona, alcohol o gasolina. De esto, una cierta parte se evapora, dando lugar a una mezcla viscosa cuyas proporciones de THC son muy elevadas (hasta un 50%).
Las técnicas aplicadas para mejorar los cultivos de marihuana hacen que hoy el THC contenido en estas plantas sea mucho más poderoso que en décadas anteriores. A esto se suma que, en la actualidad, la mayor parte de la marihuana que venden los traficantes viene prensada con aditivos químicos solventes como kerosene o benceno, lo que produce daños más severos.

Aspecto
El hachís tiene el aspecto de una barra de barro prensado, de color café muy oscuro, como el chocolate. Ocasionalmente, se presenta en tabletas.
Vía de administración
Tanto la Marihuana como el Hachís se inhalan e ingieren. La marihuana generalmente se fuma, en cigarrillos hechos a mano o en pipas especialmente diseñadas (a veces con cañas largas o pequeños depósitos de agua para enfriar el humo, que suele alcanzar altas temperaturas). También se come (en queques o galletas). El hachís se fuma mezclado con tabaco.

Efectos / Riesgos
Los efectos son de rápida aparición y varían según la dosis, el tipo de cannabis y el estado anímico y físico del individuo que la consuma.

Efectos inmediatos:
Inicialmente, dosis bajas pueden producir sensaciones placenteras de calma y bienestar, aumento del apetito, euforia, desinhibición, pérdida de concentración, disminución de los reflejos, ganas de hablar y reir, enrojecimiento de los ojos, aceleración del ritmo cardiaco, sequedad en la boca y garganta, dificultad para ejecutar procesos mentales complejos (rendir un examen, por ejemplo), alteraciones de la percepción temporal y sensorial, y puede disminuir la memoria a corto plazo. A ello le sigue una segunda fase de depresión y somnolencia.
En dosis elevadas, puede provocar confusión, letargo, excitación, ansiedad, percepción alterada de la realidad y, de manera más inusual, estados de pánico y alucinaciones.


A largo plazo:
Destaca el muy discutido "síndrome amotivacional" (disminución de la iniciativa personal), unido a una frecuente baja de la capacidad de concentración y memorización.
La estructura química del cannabis es muy compleja y no se conocen aún las secuelas producidas por todos sus componentes. Sí se puede afirmar que el humo de esta planta contiene más agentes cancerígenos que el tabaco, y como los fumadores de marihuana o hachís inhalan profundamente el humo sin filtrar y lo retienen en los pulmones tanto tiempo como pueden, el cannabis es todavía más nocivo para el sistema respiratorio que el tabaco. Su uso también se ha asociado a la aparición de enfermedades como sinusitis y bronquitis.
Puede, asimismo, causar alteraciones en los sistemas reproductores masculino y femenino (infertilidad, por ejemplo) e inmunológico, y como el THC atraviesa la barrera placentaria y mamaria, su consumo supone un riesgo para el feto tanto durante el embarazo como en la lactancia.
Puede generar tolerancia y dependencia, con el consecuente síndrome de abstinencia (linkear a página donde se explica) en caso de que se suspenda bruscamente el uso de la droga. Esto deviene en ansiedad, insomnio, irritabilidad, depresión y anorexia, entre otros síntomas.
Está constatada la potencialidad del cannabis como un gatillador de sicosis y cuadros de delirios y alucionaciones en personas en riesgo.
stá el peligro de condicionar o limitar las posibilidades de vivir libre y autónomamente el desarrollo personal en los adolescentes.
También crea una dependencia sicológica: el usuario apetece la droga por sus efectos.
Existen pocas posibilidades de sobredosis mortal por cannabis.

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